UN
NOMBRE PARA LA EMPRESA.
Por:
Samuel Muñoz Muñoz
Hay empresas con nombres
bastante llamativos y otras que aún no han nacido y ya presentan inconvenientes
por su razón social, como la empresa de mensajería, creada por mi amigo Felson,
cuyo futuro nunca se vislumbró muy halagador. Su creador un abogado zapayanense
de pura cepa como él asegura, un día cualquiera después de una fiesta donde
tocó los platillos en una banda “chiflajopo”, amaneció con la idea de crear una
nueva fuente de ingresos en su querido pueblo de tres mil setecientos
habitantes. Rápidamente consiguió un socio y le explicó la conveniencia de
crear un negocio de mensajería, dotado de dos mensajeros con sus respectivas
bicicletas y por supuesto, adelantar el trámite de creación y funcionamiento
ante las entidades correspondientes.
El gran reto fue buscarle un
nombre acorde con su actividad y que no estuviera inscrito en el Registro
Mercantil, ya que la ley no permite usar nombres iguales para empresas con la
misma actividad; impacientes notaron que los nombres llamativos como, Para Ya,
Al Instante, Rapidísimo, De Prisa, Entrega Confiable y otros, ya existían en la
lista de empresas de mensajería y no podían usarlos por lo que este primer
escollo los llevó a consultar el nombre con muchos amigos, entre ellos Hugo, un
joven emprendedor, criado a la orilla de la ciénaga de Zapayán, quien sin
muchos rodeos, les dijo que el nombre perfecto y que no estaba registrado en
ninguna parte del mundo era: “A toa mierda”.
Los socios encantados con el
nombre, llenaron los formularios de inscripción y los presentaron
inmediatamente, pero fueron rechazados porque el nombre del establecimiento
según el funcionario acucioso que los atendió, iba en contra de las buenas
costumbres por utilizar una palabra vulgar. Felson como todo abogado que se
respete, inmediatamente impetró una tutela, por violación al artículo 333 de la
Constitución Política, que señala el derecho fundamental a la iniciativa
empresarial y además adujo que la palabra mierda era castiza y de paso demostró
que Gabriel García Márquez, nuestro Premio Nobel de Literatura, la usaba en sus
escritos traducidos a muchos idiomas y nadie los había objetado. Citó como
ejemplo, la frase final de la obra El coronel
no tiene quien le escriba, donde la esposa pregunta al coronel por la
posibilidad de que el gallo pierda: ¿dime que comemos? A lo que éste lleno de
valor le responde: mierda… También recordó el uso de la palabra mierda en las
obras, Mi planta de naranja lima, del
brasilero José Mauro de Vasconcelos y El
afinador de habitaciones, del español Celso Castro, rematando su memorial con Elogio de la caca, del peruano Marco
Avilés, quien asegura sin ambages, que le volvieron mierda el corazón. Ante
semejantes argumentos sólidos e incontrovertibles, el juez constitucional
ordenó la inscripción inmediata en el Registro Mercantil.
La empresa fue inaugurada
con papayera y conjunto vallenato y los habitantes del pueblo para ayudar a los
creadores de la primera empresa del pueblo se enviaban entre sí, cartas,
paquetes, alimentos y compras en la tienda, a través de “A toa mierda”, pero
todo fue infructuoso, porque era tan pequeño el volumen de ventas y el número
de envíos a otros pueblos, que los mensajeros aburridos de no trabajar,
utilizaban las bicicletas para irse a pescar en la ciénaga, ya que les
resultaba más rentable pescar y vender 50 barbules que el 3%, de las ventas que
se había acordado en el contrato laboral. De la accidentada y extraña empresa,
solo quedó el recuerdo de la señora Cleotilde cuando a sus 119 años gritaba a
un nieto: Mira pelao’ e carajo, corre “A toa mierda”, y pregúntele a Felson si
me llegó un paquete de Calamar, porque estoy esperando la visita de “Poncho”
Zuleta, mi cantante favorito y quiero recibirlo con un vestido nuevo.
La empresa desapareció
después de dos meses de actividad pero en toda la región caribe seguiremos
escuchando por siempre “a toa mierda” para señalar la rapidez, con que algo debe
realizarse y especialmente cuando en un accidente fatal se escucha entre
murmullos: ¡claro como no se iba a matar si conducía a toa mierda!
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