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  UN NOMBRE PARA LA EMPRESA. Por: Samuel Muñoz Muñoz Hay empresas con nombres bastante llamativos y otras que aún no han nacido y ya presentan inconvenientes por su razón social, como la empresa de mensajería, creada por mi amigo Felson, cuyo futuro nunca se vislumbró muy halagador. Su creador un abogado zapayanense de pura cepa como él asegura, un día cualquiera después de una fiesta donde tocó los platillos en una banda “chiflajopo”, amaneció con la idea de crear una nueva fuente de ingresos en su querido pueblo de tres mil setecientos habitantes. Rápidamente consiguió un socio y le explicó la conveniencia de crear un negocio de mensajería, dotado de dos mensajeros con sus respectivas bicicletas y por supuesto, adelantar el trámite de creación y funcionamiento ante las entidades correspondientes. El gran reto fue buscarle un nombre acorde con su actividad y que no estuviera inscrito en el Registro Mercantil, ya que la ley no permite usar nombres iguales para empresas con la mis
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  César Marín: Un compositor oculto. La Ciencia oculta, el famoso paseo del compositor magdalenense, es una crónica musical bien contada, que nunca dio reconocimiento a su autor. Cuando escribo sobre canciones vallenatas, siempre tengo que hacerlo en tiempo pasado, porque ya no las escucho en el presente, ni las vislumbro en el futuro. Por: Samuel Muñoz Muñoz. César Marín y su esposa Carmen Oliveros, en Cartagena con Samuel Muñoz Muñoz (centro) A sus 88 años, el compositor César Antonio Marín Altamar, quien no aparece registrado en ningún trabajo discográfico, recordaba con una lucidez impresionante, sus épocas al lado del gran juglar, Luis Enrique Martínez y cantaba sin equivocaciones y en forma completa y ordenada sus canciones, grabadas todas bajo el registro de otros músicos. César, nació el 20 de julio de 1.923, en Bellavista, corregimiento del Cerro de San Antonio, departamento del Magdalena. Bellavista es conocido com
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  El siniestro de Ovejas: 70 años Samuel Muñoz Muñoz           El municipio de Ovejas, en el departamento de Sucre, se llamó inicialmente San Francisco de Asís, pero este nombre no pasó a la posteridad, ya que sus pobladores prefirieron el nombre de la finca, donde conseguían los medios para satisfacer sus necesidades básicas: Ovejas.     Sus primeros habitantes eran pertenecientes al grupo étnico de los finzenúes, ubicados en el valle del río Sinú, quienes se organizaron en pequeños poblados, para poder mantener el trueque, su sistema económico. De esas pequeñas veredas podemos señalar a Macajan, Cata, Pijiguay y Chorroy.   A mediados del Siglo XX, Ovejas era un próspero municipio, y un gran centro tabacalero, donde se cultivaba la variedad de tabaco negro, Cubita, que se sembraba a gran escala y fue traído por el agricultor José María Pizarro, de Cuba. Ese nombre lo tomó el bus accidentado, donde viajaban dos acordeoneros muy conocidos de la época. “Ay, en el siniestro d
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  Grito en La Guajira: una sentida proclama Por: Samuel Muñoz Muñoz                     “wuuin cachammu jhoparai, wanna sanna joupareuu” La brisa caliente impactó el rostro del joven compositor villanuevero y el paisaje que aparecía ante sus ojos lo hizo sentir en un lugar extraño, donde todo era distinto a pesar de estar a solo a 127 kilómetros de su tierra natal. Transcurría 1.977 y en busca de nuevos horizontes musicales había llegado al norte de su departamento La Guajira, concretamente a Maicao y Riohacha, donde quedó impactado por el cambio brusco que notó en la cultura de esa región. A pesar de ser el mismo departamento todo era distinto, todo llamaba su atención, todo parecía otro mundo; el lenguaje, la vestimenta, la comida, el clima, la fisonomía de los habitantes, y lo que más lo conmocionó, la pobreza y el atraso social marcado de la gran mayoría de esa tierra desértica. Rápidamente por su mente cruzaba la imagen de la exuberancia de su tierra villanuevera, cercada por
  Las vainas de Armando Zabaleta. Frecuentemente visitaba a Armando en su residencia del barrio Modelo de Barranquilla. Era una biblioteca andante en lo que a música vallenata se refiere. Me contaba con lujo de detalles las historias y razones de sus variadas canciones y de sus años de músico trashumante por los departamentos de aquel lado del río, como La Guajira, El Magdalena, y El Cesar, acompañando a Luis Enrique Martínez, Colacho, Mendoza, y “Chema” Gómez, como cantante, compositor y guacharaquero. Canciones de peso y trascendencia como La garra, Amor comprado y No voy a Patillal, ganadora en 1.973 del concurso de la canción inédita en el Festival de la Leyenda Vallenata, permanecen en la memoria colectiva de los amantes del vallenato; sin embargo voy a referirme a lo que me contó Armando sobre su tema, Aracataca espera, un regaño que hizo a nuestro Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez. El nombre inicial de la canción era, El caserón, producto de la visita que hizo el c