César Marín: Un compositor oculto.

La Ciencia oculta, el famoso paseo del compositor magdalenense, es una crónica musical bien contada, que nunca dio reconocimiento a su autor.

Cuando escribo sobre canciones vallenatas, siempre tengo que hacerlo en tiempo pasado, porque ya no las escucho en el presente, ni las vislumbro en el futuro.

Por: Samuel Muñoz Muñoz.




César Marín y su esposa Carmen Oliveros, en Cartagena con Samuel Muñoz Muñoz (centro)

A sus 88 años, el compositor César Antonio Marín Altamar, quien no aparece registrado en ningún trabajo discográfico, recordaba con una lucidez impresionante, sus épocas al lado del gran juglar, Luis Enrique Martínez y cantaba sin equivocaciones y en forma completa y ordenada sus canciones, grabadas todas bajo el registro de otros músicos.

César, nació el 20 de julio de 1.923, en Bellavista, corregimiento del Cerro de San Antonio, departamento del Magdalena. Bellavista es conocido como, Moya por propios y extraños, al igual que el municipio de Concordia es más conocido como, Mal Abrigo y el corregimiento de Candelaria, donde nació Juancho Polo, es llamado, Caimán. Fueron sus padres Benjamín Marín, un manizalita que trabajaba en la empresa petrolera norteamericana, Andian, con asiento en Calamar; descendiente de familias aficionadas a la poesía y la música, y su madre, Ana Cecilia Altamar, una elegante mujer morena nacida en Sitionuevo, municipio también del departamento del Magdalena.

Trabajó desde muy temprana edad en labores del campo, convirtiéndose en un experto agricultor que vivía feliz en las ubérrimas tierras que bañan los ríos Magdalena y Fundación. En 1943, conoció a Luis Enrique en una fiesta en Piñuela, corregimiento de Pivijay, y desde ese momento, la afinidad que hubo entre los dos, fue suficiente para seguir juntos por muchos años. César no era músico del conjunto, simplemente permanecía con el juglar, creando pedazos de melodías y letras que cantaba en las parrandas.

Con el transcurrir de los años se convirtió en un buen compositor que ofrecía sus  canciones al maestro, y este las grababa sin ningún inconveniente a su nombre, tal es el caso de La Ciencia Oculta, un paseo muy reconocido que describe al buen estilo garcíamarquiano, una historia de amores prohibidos que se desarrolla en Caraballo, también corregimiento de Pivijay, tierra donde nacieron y vivieron los protagonistas de esta hermosa canción, adornada con la digitación exuberante y los bajos inconfundibles de Luis Enrique Martínez.

Antes de llegar a Caraballo, donde se desarrolla la historia, es bueno detenernos un momento en la consabida controversia de las “canciones robadas”, hecho que en tiempos pasados era muy corriente ya que algunos buenos compositores no tenían el cuidado de registrar sus composiciones, en igual forma daban poca importancia al aspecto económico de las regalías que podían recibir por sus expresiones artísticas. Simplemente sentían una inmensa satisfacción por cederlas a músicos reconocidos para que las grabaran y poder decir en la cantina del pueblo. “Esa canción es mía y me la grabó mi compadre Luis Enrique”, como me contó César, en la puerta de su residencia en el barrio Blas de Lezo de Cartagena, cuando en compañía de mi hermano Eduardo, lo encontramos después de muchas averiguaciones y tener al final la suerte, de hablar con el compositor Gustavo Osorio, en el sepelio del juglar Armando Zabaleta, quien nos facilitó el teléfono de la familia Marín Oliveros.  

Gustavo es hijo de Francisco Osorio, un ganadero natural de Bomba, a quien Marín le compuso, El Gavilán sin alas, otra reconocida canción grabada por Luis Enrique Martínez, y que tampoco aparece a nombre del escurridizo compositor. Doña Carmen Oliveros esposa de César, siempre permanecía atenta a las explicaciones del compositor, quien aseguraba que las canciones, Tu retrato y Amor irresistible, ésta última interpretada por cantantes reconocidos, como Iván Villazón y Joaco Pertuz, fueron dedicadas a ella, pero doña Gladys no le come cuentos y dice “que seguro eran para otras muchachas, porque César era muy mujeriego cuando joven, y la razón más importante para andar con Luis Enrique, era parrandear y mujeriar, a todo momento”. 

Nunca había sufrido una tristeza tan terrible

como la que ahora a mí, me viene atormentando,

porque yo sufro por un amor irresistible

que a través del tiempo con mi vida está acabando…

 

El escritor Ariel Castillo Mier, en su libro, Encantos de una vida en cantos, se acerca claramente a este tema del registro de canciones por compositores diferentes al verdadero autor, y vale la pena recavar en esta investigación para que las nuevas generaciones tengan una información veraz y precisa para bien de la historia de nuestro folclor. Aquí podríamos asegurar parodiando la reconocida frase bíblica: “A Dios lo que es de Dios y a César lo que es de César”.

Es importante anotar que la grandeza del maestro Luis Enrique Martínez, no tuvo sus raíces en la composición, sino en la interpretación del acordeón y en la creación de una escuela, que siguieron todos los grandes acordeoneros, entre los que podemos destacar a Nicolás “Colacho” Mendoza, Emilianito Zuleta, Alfredo Gutiérrez y Calixto Ochoa, como sus alumnos más destacados, por lo que nada resta a su gloria, grabarle canciones a su compadre César.

En algunos casos las canciones eran grabadas con letra y melodía completas y aquí podemos enumerar las canciones de Marín, El abusajo de Bomba, El gavilán sin alas, La ciencia oculta, Amor irresistible y El pique de Paraíso; este último un merengue sobre las piquerias de Luis Enrique, con Abel Antonio Villa; en otros casos se tomaba la melodía y se le incluía una nueva letra, otros compositores famosos tomaban una letra ajena y le colocaban melodía.

Retomando la historia de, La ciencia Oculta, tenemos que los actores de esta crónica musicalizada fueron: Mariano Pertuz, Celmira Barrios, Amalia Bolaños, Bone Camacho, Joaquín Bolaños, Alicia De Aguas y Rasquiñita, un burro mojino propiedad de “Joaco”.

Bone Camacho, madre de Joaquín y Amalia, fue una señora según la población caraballera, que poseía conocimientos metafísicos, de allí el nombre de la canción, los cuales ponía al servicio de su hijo, para que le fuera bien con las mujeres. Celmira era la mujer de Mariano Pertuz, el hombre ofendido, que trataba hasta con magos del Copey, para que su mujer regresara a la casa, pero fracasó en su intento por el secreto que le aplicó Joaco.  Parece que el asunto fue en serio, porque Joaco era tan pobre que su única riqueza era el burro “Rasquiñita”, sin embargo Celmira se fue con él, a pesar de las comodidades que le brindaba Mariano. Amalia le facilitaba la conquista a su hermano, visitando permanentemente a Celmira para que lo aceptara. Alicia era amiga del compositor y allí en su casa, éste escuchó el relato, que convirtió en canción. Para ver más clara esta situación, analicemos la letra del famoso paseo, grabado también por Alfredo Gutiérrez, con la voz de Hernando Marín.

 

La ciencia oculta ha progresado en Caraballo

en una forma que hasta a mi pena me da,

con sentimiento a mí, me dijo Mariano

que él este año de ese pueblo se va,

porque hasta mujer se la quitaron

sin ser de su espontánea voluntad.

 

Me daba lástima el relato de Mariano

porque él me dijo casi llorando de rabia:

compadre Marín, mi mujer me ha traicionado

estoy seguro sometida por Amalia,          

ahora pienso llevarla donde un mago

y tengo la esperanza de curarla.

 

(No… y la cura, que la lleve al Copey, pa’ que vea, allí está Ariza, que se las tira de Mago)

 

Una mañana estando yo en casa de Alicia

llegó Mariano contándome este relato:

¡Ay! que Celmira su adorada mujercita

con un secreto se la había robado Joaco,

Pero él ha jurado que se desquita

que esa, se la paga Bone Camacho.

 

Yo creo que Mariano tiene mucha razón

porque Celmira ha jurado que lo quiere,

en la cabeza le aplicaron la oración

que Joaco tiene pa’ robarse a las mujeres,

un hombre que la riqueza que tiene

no pasa de un burro viejo, orejón.

 

De esta historia nació otra canción llamada, El desquite, en la que César Marín, explica como el carpintero Julio Villamil, se lleva a Mercedes Bolaños, otra hermana de Joaco, para Media Luna, en un carro del ganadero Jaime González y con la “complicidad” del hacendado   Antonio de León, más conocido como “Toñales”. Todos amigos de Mariano Pertuz, que quisieron “desquitarse” de las andanzas de “Joaco”

 

César siempre deseó que fueran grabadas algunas de sus canciones inéditas, las que guardaba celosamente en un cuaderno que viajó con él, por toda la región Caribe desde 1.970, cuando vivió en Santa Marta y comenzó a “recogerse”, como el mismo lo asegura. Concluye sus recuerdos cantándonos El pastel de carne humana, un paseo rápido lleno de malicia y sabor, cuya primera parte dice:

 

 Conocí a un rico hacendado

que en el banco atesoraba,

el dinero de las entradas pero nunca había probado

un pastel de carne humana.

 

Hasta que una muchacha jugada

lo llegó a sonsacar,

para en una caseta bailar

y gozar de cosas raras,

y como que le dio a probar

el pastel de carne humana.

 

Me contó el cantante de música vallenata gruesa, Toby Tovar, que en una ocasión en una parranda en Fundación, en un cumpleaños de Génito Andrade, encontró  a Luis Enrique y a Cesar Marín, y les preguntó cual era la verdad sobre el origen de la canción, La ciencia oculta, y el papá de los acordeoneros le dijo con mucha tranquilidad: “La letra es de Cesar y la melodía es mía”. Ni más, ni menos.

 

César Marín, murió en la ciudad de Cartagena en 2.011.


https://www.youtube.com/watch?v=BZ4jW6liNz4

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