El
siniestro de Ovejas: 70 años
Samuel Muñoz Muñoz
El municipio de Ovejas, en el departamento de
Sucre, se llamó inicialmente San Francisco de Asís, pero este nombre no pasó a
la posteridad, ya que sus pobladores prefirieron el nombre de la finca, donde
conseguían los medios para satisfacer sus necesidades básicas: Ovejas.
“Ay, en el siniestro de Ovejas
hasta los santos lloraron,
de recuerdo solo quedan
aquellos que se quemaron”.
El 1º de febrero de 1.950, a las dos de la
tarde, salió de Sincelejo, rumbo a Ovejas, el bus escalera “La cubita”, y cuarenta minutos después, se volteaba e incendiaba
en la curva “La Santa”, a solo dos kilómetros de su destino final. Los
acordeoneros Rafael Gutiérrez de Valledupar y Carlos Araque de Manaure, se
encontraban de gira por varios municipios de la Sabana, y se dirigían en el
primer viaje de la mañana al municipio tabacalero, a continuar con sus
actividades musicales; pero Rafael Gutiérrez decidió bajarse del bus, y lo hizo
en el fatídico viaje de la tarde, sin imaginarse que jamás volvería a su tierra
vallenata.
Donde estaba Carlos
Donde estaba Araque
Ay, lleno de tristeza
Por esta tragedia…
Muchos habitantes de Ovejas, llegaron
rápidamente al lugar del accidente, pero la altura y fuerza de las llamas que
eran alimentadas por muchas pimpinas de gasolina, que transportaba el bus en su
parte superior, junto a detergentes, aceites y telas, impidieron el rescate
total de los pasajeros. Cuentan que “Tío Tigre”, el ciego del pueblo, que
viajaba en la última banca, salió sin un rasguño y sin ayuda, porque según sus propias
palabras, tuvo un episodio de visión en el momento en que el bus caía al fondo
de la cuneta. El conductor llamado Gilberto Buelvas, salió ileso de la cuneta,
pero se regresó a rescatar a un niño que lloraba, dentro del bus, y en ese
momento una nueva explosión, acabó con su vida.
“Un carro bajando loma
a cualquiera le sucede,
peligran varias personas
entre ellas Rafael Gutiérrez”…
También motivó al desaparecido periodista y director de cine Ernesto MacCausland Sojo, a producir la película “Siniestro”, premiada en el 22o Festival de Cine Latinoamericano de la Habana, en el año 2.000. La canción fue grabada, posteriormente en 1.971, por los Hermanos López, con la voz de Jorge Oñate, y “Poncho” Zuleta, como guacharaquero.
El Binomio de Oro, en el año 2.001, hizo una
magnífica grabación de esta tragedia, con Jean Carlos Centeno, como cantante.
Donde estaba Carlos
Donde estaba Araque,
Muy lleno de tristeza
Por esta tragedia…
Los sonidos de la gaita de la Sierra Nevada
no convencían, entonces la entrada del tambor alegre, del llamador y de la
tambora, esta última por parte de Catalino Parra, es algo que arrebata y
conmueve el mundo de la gaita y le da vida a este instrumento, porque la música
de los pueblos kogis, es primigenia, sus matices no tienen fuerza melódica, es
más bien usada para ritos, leyendas y mitos, relacionados con la muerte y actos
ancestrales muy tristes. El término, gaita, es introducido al país por los
gallegos, venidos de España, en la época de la Conquista, y asemeja el sonido
de las suaras, fotutos o chuanas, de origen indígena.
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El humanista Manuel Zapata Olivella, hizo el
milagro con los Gaiteros de San Jacinto, al llevarlos a Asia, Europa y otros
lugares del mundo para que fuera conocida nuestra tradición musical; sin
embargo, no hay una placa ni un busto para este gran hombre, demostrando con
ello, lo desagradecidos e injustos que hemos sido con él. Ni siquiera una
canción han hecho para el Maestro Zapata Olivella, que le dio nombradía a la
gaita hace muchos años. La gaita la tocan igual en Corozal, en Sincelejo,
Morroa, Cereté; Tocar la gaita, es un asunto regional”; recalca el profesor,
José Ramón Mercado.
Carlos Araque.
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