LA MICA.
La mica a que me voy a
referir no es la hembra del mico, ni el elemento químico de gran presencia en
la naturaleza, que se utiliza para realizar láminas, mucho menos el femenino de
los textos que con interés particular, cuelgan en forma sigilosa y tramposa a
las leyes, algunos de nuestros congresistas; me referiré al elemento de peltre
indispensable en todos los hogares de nuestro país, hasta la primera mitad del
siglo XX, por no existir para la época baños internos en las residencias y que para
nuestra comodidad fueron diseñados posteriormente por los norteamericanos, al
compás de la construcción del alcantarillado técnico, una vez finalizada la
segunda guerra mundial.
El verdadero nombre de la
mica es bacinilla, diminutivo del latín Bacina,
que significa, vasija, recipiente alto y cilíndrico que se usaba en la
antigüedad para orinar, sin olvidar el inodoro, inventado en 1.597, cuando John
Harington, sobrino de la reina Isabel I, ideó una caja de madera, conectada
mediante un pequeño orificio a un depósito de porcelana, que no permitía la salida
del olor, de allí su nombre.
Las múltiples razones que
motivan a orinar más de noche, entre las que se destaca la gravedad por la
posición horizontal del cuerpo al dormir, hicieron de la bacinilla algo tan
necesario como la tinaja, antes de aparecer las neveras, especialmente en nuestra
tierra caliente.
Las bacinillas siempre eran
blancas con orejas negras y muy propensas a abolladuras, que ocasionaban un
crujido muy particular que duraba varios minutos después de ser golpeadas o
friccionadas y que se intentaba aminorar colocándolas siempre sobre un trapo o
un pedazo de cartón. Bacinilla que se respetara debía tener varias manchas
negras, que señalaban indefectiblemente el uso que había tenido. También es de
resaltar su diseño, con bordes anchos y ondulados que permitían un acople
perfecto con la anatomía humana.
La razón de su uso era
evitar salir a la intemperie a hacer necesidades fisiológicas en las noches
lluviosas y oscuras por falta del alumbrado eléctrico, además de protegerse de resfriados,
mordeduras de animales venenosos y posibles espantos que nunca faltaban en la
imaginación popular. Ya se encuentra en el olvido y solo las hay de plástico,
para enseñar a los niños el control de sus esfínteres.
El amigo anticuario que me
facilitó la foto, pagó $ 500.000, por una bacinilla vieja y “escarchada”, que
perteneció a una de las primeras reinas del carnaval y estoy seguro que la
tendrá que tener mucho tiempo, porque creo que no es época para venderla por más
precio.
A estas alturas, después de
muchas investigaciones, desconozco la razón de llamar mica en nuestro medio a
la famosa bacinilla, solo toca destacar la loable labor la de este recipiente,
que fue moderno en su momento y esencial en el diario vivir. Por eso siempre he
asegurado, que: NO HAY ÉPOCA MÁS MODERNA, QUE AQUELLA VIVIDA
POR CADA SER HUMANO.
Samuel Antonio Muñoz
Muñoz.
Mayo 15 de 2.021.
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